Argentina 2019: la voluntad popular amenazada.


Todavía falta mucho, dicen. Analistas y periodistas configuran un plafón de opinión pública al que le sobra cautela. No se conocen encuestas favorables a la administración Macri o al menos no salieron a publicarlas (aún), se sabe que el rechazo a su figura presidencial es superlativo, que la jugada estratégica de Cristina Kirchner (y su candidatura a la vicepresidencia) suma voluntades y que los números de la economía mayoritaria, en paralelo al malhumor, continúan en picada.

No obstante, la coyuntura trasunta como una sorprendente, imprevisible y tensa cuerda política. A cuatro meses de las elecciones presidenciales, aún con las fórmulas establecidas y la crisis socioeconómica en cénit, todavía falta mucho.

Por estos días se publica una segunda edición de La grieta desnuda, un ensayo breve de Martín Rodríguez y Pablo Touzon (Capital intelectual) que se publicita como descifrador de “un tiempo social dominado por un gobierno que supo ganar elecciones pero que no logra hacer época”. La frase apunta al público del centro (político) y pretende una tibia crítica. Me remito a aquella respuesta de Macri a la interpelación autocrítica: “ser demasiado optimista” repitió usando el ordinario recurso de impostar una virtud para no confesar defecto alguno. Porque no creo que el ambiguo concepto de “hacer época” configure una defección aunque así se lo enuncie en la publicidad.

No creo que sea imposible determinar una época macrista ni tampoco en la solvente ambición de “hacer época” del propio grupo gobernante. Necesariamente adoptada, la estrategia publicitaria del PRO evade los canales tradicionales por la que podría “hacerse época” política. De la mano de un líder poco carismático, presa de escraches y vertiginosas apariciones públicas, el departamento de marketing PRO expande la marca a través de las redes sociales y el contacto unipersonal (sin prescindir de un sólido ejército troll), en yuxtaposición con la poderosa usina mediática de los grupos afines y socios.

Así como el río puede mostrar una corriente superficial hacia el sur escondiendo una profunda corriente hacia el norte, las usinas PRO relatan a través de los medios toda una época mientras el ciudadano va experimentando la pérdida de valor del dinero, la reducción de su consumo, la variación de hábitos y costumbres, el encuentro de nuevas dificultades y la lesión de derechos, traducidos en devaluación, recesión, inflación y endeudamiento. No se trata de ocultar el elefante tras el árbol. No sería posible esconder la ostensible degradación. Sí es posible retardar la opinión pública, el boca a boca, la generalización del malestar. Es allí donde operan los agentes de redes sociales y el aparato mediático oficial (incluso han llegado a infiltrarse en los grupos de whatsapp de los padres de escolares). Es una cuestión de tiempo.

Cuestión de tiempo: “segundo semestre”, “la luz al final del túnel”, “lo peor ya pasó” y los “brotes verdes”, entre otras celebradas frases macristas, responden al conocido porvenir neoliberal, refrito del antiguo cristianismo que insufla el presente y terrenal padecimiento en pos del bienaventurado futuro.

El logro de imponer un “imperio de lo efímero” no puede ser arrogado por este gobierno que sí puede presentarse como un distinguido ejemplar. El hallazgo de presentar la gestión como eterna coyuntura creo que puede encontrarse en las antípodas de “hacer época”, porque la pregonada época PRO no es sino el futuro que nunca llega.

En este marco, a cuatro meses de las elecciones presidenciales, “falta mucho” y la variable tiempo sigue en poder de los agentes del gobierno con efectos notoriamente visibles. Aún después de haber generado la crisis socioeconómica más profunda y sostenida de la que se tenga memoria y de haber endeudado al estado como nunca antes en la historia (de Argentina y del FMI), los analistas se muestran cautos, los encuestadores se moderan y la incertidumbre reina. El shock macrista, aun erosionado, logra mantenerse en el tiempo (4 años) incluso después de que “esto se haya hecho en Argentina sin que caiga el gobierno”, a la espera, siempre a la espera, ahora a la espera de que los índices negativos atenúen su caída para publicitar el logro de la quinta inflación más grande del mundo en tibio deterioro.

En el imperio de lo efímero cuatro meses es mucho tiempo y bajo shock macrista (imperio de confusión) Argentina se convirtió en rehén de lo imprevisible. La incertidumbre reina y en ese caldo, bancado por Donald Trump, la cierta posibilidad de que los agentes PRO no entreguen mansamente el poder se hace verosímil.

Alejandro Carnero.

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